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INICIAMOS NUEVA SECCIÓN : Testimonios del COVID

ELIDETH FERNÁNDEZ: Ingresé el 8 de marzo...

Ingresé un 8 de marzo, Día de la Mujer y salí el 21 de marzo, Día de la Primavera de 2020. Solo te permiten introducir contigo tu teléfono móvil. Mi teléfono celular es sencillo, tan simple y efímero como la vida misma lo es en el interior de un Hospital Covid. Qué más da -pensé- después de todo probablemente las imágenes se perderían junto con mi memoria.
La incertidumbre te invade cuando ingresas a un hospital por COVID-19, porque puedes estar bien hoy, pero nadie te asegura que estarás bien al día siguiente... los días, las horas, los minutos, los segundos transcurren con agobio en espera de que pasen los días críticos. La incertidumbre es la protagonista de las historias de asombro y de recelo desde que llegas y te asignan una cama en la Unidad Temporal, y más aún cuando tienen que suministrarte de forma inmediata oxígeno, porque llegaste con hipoxia silenciosa, y otros medicamentos por vía intravenosa, y quedas parcialmente inmovilizado mientras tu mirada gira solo en torno a la cama en la que estás postrado. Así transcurre este foto-ensayo, mismo que no tenía la certeza de poder dar a conocer…
Una mujer de edad avanzada que parecía, desde mi mirada, extraída de un libro de iconografía cristiana, es acompañada por una enfermera que le carga el tanque de oxígeno como el que cargamos casi todos los que nos encontramos en esa área aún esperanzadora.
Un ejército de enfermeras y enfermeros muy jóvenes se preparan y se comprometen con todo lo que esté en sus manos, para cuidar de tu vida ese día. Mañana vendrán otros al aprendizaje ante lo que todavía es un enigma.
Las noches son espectrales, el personal de salud deambula a media luz, cual fantasmas, por los pasillos y entre las camas ocupadas por los enfermos, ya sea como vampiros para chuparnos la sangre a través de tubos de ensayo, o simplemente para observarnos, examinarnos, analizarnos, escudriñarnos…
Mi vecina de cama era como un espejo... seguiría yo: la presión, la temperatura, el oxígeno, la glucosa, anticoagulantes... que se miden o se aplican varias veces durante días y noches. Lo más inquietante es el oxímetro, aparato que mide la saturación de oxígeno en la sangre, mismo que vigilas de reojo para constatar si aún conservas estables los niveles, porque si bajaran drásticamente, tendrían que trasladarte a otra sección: la antesala de la intubación.

Ingresé un 8 de marzo, Día de la Mujer y salí el 21 de marzo, Día de la Primavera de 2020. Solo te permiten introducir contigo tu teléfono móvil. Mi teléfono celular es sencillo, tan simple y efímero como la vida misma lo es en el interior de un Hospital Covid. Qué más da -pensé- después de todo probablemente las imágenes se perderían junto con mi memoria.
La incertidumbre te invade cuando ingresas a un hospital por COVID-19, porque puedes estar bien hoy, pero nadie te asegura que estarás bien al día siguiente... los días, las horas, los minutos, los segundos transcurren con agobio en espera de que pasen los días críticos. La incertidumbre es la protagonista de las historias de asombro y de recelo desde que llegas y te asignan una cama en la Unidad Temporal, y más aún cuando tienen que suministrarte de forma inmediata oxígeno, porque llegaste con hipoxia silenciosa, y otros medicamentos por vía intravenosa, y quedas parcialmente inmovilizado mientras tu mirada gira solo en torno a la cama en la que estás postrado. Así transcurre este foto-ensayo, mismo que no tenía la certeza de poder dar a conocer…
Una mujer de edad avanzada que parecía, desde mi mirada, extraída de un libro de iconografía cristiana, es acompañada por una enfermera que le carga el tanque de oxígeno como el que cargamos casi todos los que nos encontramos en esa área aún esperanzadora.
Un ejército de enfermeras y enfermeros muy jóvenes se preparan y se comprometen con todo lo que esté en sus manos, para cuidar de tu vida ese día. Mañana vendrán otros al aprendizaje ante lo que todavía es un enigma.
Las noches son espectrales, el personal de salud deambula a media luz, cual fantasmas, por los pasillos y entre las camas ocupadas por los enfermos, ya sea como vampiros para chuparnos la sangre a través de tubos de ensayo, o simplemente para observarnos, examinarnos, analizarnos, escudriñarnos…
Mi vecina de cama era como un espejo... seguiría yo: la presión, la temperatura, el oxígeno, la glucosa, anticoagulantes... que se miden o se aplican varias veces durante días y noches. Lo más inquietante es el oxímetro, aparato que mide la saturación de oxígeno en la sangre, mismo que vigilas de reojo para constatar si aún conservas estables los niveles, porque si bajaran drásticamente, tendrían que trasladarte a otra sección: la antesala de la intubación.

Ingresé un 8 de marzo, Día de la Mujer y salí el 21 de marzo, Día de la Primavera de 2020. Solo te permiten introducir contigo tu teléfono móvil. Mi teléfono celular es sencillo, tan simple y efímero como la vida misma lo es en el interior de un Hospital Covid. Qué más da -pensé- después de todo probablemente las imágenes se perderían junto con mi memoria.
La incertidumbre te invade cuando ingresas a un hospital por COVID-19, porque puedes estar bien hoy, pero nadie te asegura que estarás bien al día siguiente... los días, las horas, los minutos, los segundos transcurren con agobio en espera de que pasen los días críticos. La incertidumbre es la protagonista de las historias de asombro y de recelo desde que llegas y te asignan una cama en la Unidad Temporal, y más aún cuando tienen que suministrarte de forma inmediata oxígeno, porque llegaste con hipoxia silenciosa, y otros medicamentos por vía intravenosa, y quedas parcialmente inmovilizado mientras tu mirada gira solo en torno a la cama en la que estás postrado. Así transcurre este foto-ensayo, mismo que no tenía la certeza de poder dar a conocer…
Una mujer de edad avanzada que parecía, desde mi mirada, extraída de un libro de iconografía cristiana, es acompañada por una enfermera que le carga el tanque de oxígeno como el que cargamos casi todos los que nos encontramos en esa área aún esperanzadora.
Un ejército de enfermeras y enfermeros muy jóvenes se preparan y se comprometen con todo lo que esté en sus manos, para cuidar de tu vida ese día. Mañana vendrán otros al aprendizaje ante lo que todavía es un enigma.
Las noches son espectrales, el personal de salud deambula a media luz, cual fantasmas, por los pasillos y entre las camas ocupadas por los enfermos, ya sea como vampiros para chuparnos la sangre a través de tubos de ensayo, o simplemente para observarnos, examinarnos, analizarnos, escudriñarnos…
Mi vecina de cama era como un espejo... seguiría yo: la presión, la temperatura, el oxígeno, la glucosa, anticoagulantes... que se miden o se aplican varias veces durante días y noches. Lo más inquietante es el oxímetro, aparato que mide la saturación de oxígeno en la sangre, mismo que vigilas de reojo para constatar si aún conservas estables los niveles, porque si bajaran drásticamente, tendrían que trasladarte a otra sección: la antesala de la intubación.

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